La menopausia es un proceso natural que ocurre de manera gradual entre los 45 y los 55 años. Durante este proceso sufrimos una disminución progresiva e importante de los estrógenos, hormona sexual femenina, que además interviene en el metabolismo de las grasas, del colesterol, disminuye la tensión arterial y protege los huesos.
La disminución y el cese en la producción de estrógenos durante el proceso de la menopausia causa diferentes síntomas que afectan a cada mujer de manera diferente (alteraciones del sueño, cambios de humor o dificultad para mantener un adecuado peso corporal). Además, supone una pérdida de la protección natural frente a enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis.
El estrés oxidativo juega un papel clave en el proceso de envejecimiento. Desde que nacemos nuestro organismo se encarga de producir antioxidantes que neutralizan la acción de los radicales libres. Con el paso de los años esta capacidad de síntesis disminuye, nuestro cuerpo no es capaz de neutralizar la acción de los radicales libres y se acelera el proceso oxidativo. Así nos volvemos más susceptibles a padecer algunas enfermedades.
Los estrógenos tienen un papel antioxidante importante protegiéndonos frente a la acción de los radicales libres. Se ha demostrado que una reducción en los niveles de estrógenos, tal y como ocurre en la menopausia, aumenta los niveles de estrés oxidativo en el organismo y así disminuye nuestra protección frente a determinadas enfermedades.